Comunidad de Calvillo

Bastante apetesible todalacomida muy rica

Visitar Calvillo fue una de esas experiencias que no se olvidan fácilmente. Desde que llegamos, el ambiente tranquilo y las montañas verdes a lo lejos nos hicieron sentir en casa. El sol brillaba fuerte, pero el clima era agradable, y todo el pueblo parecía envuelto en una calma acogedora.

Nuestro primer destino fue la Plaza Principal, donde se encuentra la imponente Parroquia del Señor del Salitre. Su fachada de cantera rosa es simplemente hermosa, y su interior es igual de impresionante, con detalles finos que reflejan la fe y el arte del pueblo. Me quedé un buen rato admirando la cúpula y las pinturas religiosas, mientras los sonidos de la plaza —música, risas, pasos— se filtraban suavemente desde afuera.

Después fuimos a caminar por el centro. Todo estaba lleno de color: casas con puertas de madera, faroles antiguos, y muchas tiendas de dulces y pan. Lo que más me llamó la atención fue el delicioso olor a guayaba. ¡Sí, guayaba por todos lados! No es casualidad que Calvillo sea famoso por ser la capital mundial de la guayaba.

Visitamos una pequeña fábrica artesanal donde nos enseñaron cómo hacen los rollos de guayaba, los dulces cristalizados, y hasta un licor dulce hecho con esta fruta. Probé un pedacito de todo, y me llevé unos cuantos frascos de mermelada como recuerdo. La guayaba en Calvillo no es solo una fruta, es parte de su identidad.

Más tarde, subimos a un mirador desde donde se veía todo el valle. Era una vista espectacular: campos verdes, huertas de guayaba, y el pueblo extendiéndose tranquilo entre las montañas. El guía nos contó un poco de historia, leyendas y hasta algunas anécdotas de las ferias que hacen en honor al Señor del Salitre.

Antes de irnos, cenamos en un restaurante local. Probé enchiladas estilo Calvillo y un agua fresca de guayaba que estaba para repetir. La gente fue muy amable, siempre con una sonrisa y dispuestos a contar algo del lugar.

Mi visita a Calvillo fue como entrar a un mundo donde la tradición, la fe y la naturaleza conviven con armonía. Es un Pueblo Mágico con alma de hogar, donde cada rincón tiene una historia que contar y cada sabor te hace sentir bienvenido. Sin duda, un destino que merece ser conocido y recordado.